viernes, 13 de julio de 2007

Pájaros

A veces nos juntamos en el jardín, bajo la sombra alargada del instituto y contemplamos, sentados sobre el césped, la sucesión de amaneceres y ocasos. Las palabras crecen lentas, las conversaciones se dilatan durante meses. Los primeros años hablábamos sobre él, especulábamos a gritos sobre las causas, incluso planeábamos venganzas que nunca pudimos ejecutar. Los deseos se disolvieron en el tiempo. Ni siquiera podemos arrancar la hierba, que permanece intacta y flexible. Sus leves raíces están atadas a la tierra.
Ayer pasé horas contemplando una brizna, con la sola compañía de un anciano negro y desnudo. Tenía el vientre cosido con hilo negro y silbaba un viejo blues. El tallo verde permanecía inmóvil, añorando la brisa que plegó su dorso, manteniendo un equilibrio imposible. Le pregunté por los pájaros que, cuando era mortal, buscaban semillas y pequeños insectos entre las raíces de los robles. Algunas mañanas me detenía en la puerta, cerraba los ojos y escuchaba sus trinos, lentamente disueltos por el crecimiento de la mañana
- ¿Por qué nosotros no tuvimos tanta suerte? ¿Por qué pudieron escapar?
No respondió. Siguió mirando hacia el cielo, recorriendo las hebras de los nimbos. Nubes negras, que permanecerán eternamente en el límite de la tormenta.

7 comentarios:

NáN dijo...

Esta mañana di un paseo largo, poco después de la madrugada y una foto de un cartel me recordó este blog y las sucesivas entradas.
Pensé que desde la primera me había decepcionado, en una caída en picado de la propuesta, muriéndose la imaginación, que es ya mucha muerte para una muerta. Teniendo que darnos cada vez más de la muerte, parecías quedarte en la superficie, como con miedo.

Y no debe ser difícil, con la cantidad de muertos que somos. Desde hace tanto tiempo. En los años 40, Dámaso Alonso lo contaba ya muy bien en su poema Imsomnio. Te pongo los primeros versos, por si no los recuerdas o por si en tu cultura desconocéis a Dámaso:

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
(según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo
en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
Dámaso Alonso


Desde entonces la últimas estadísticas, y el número de cadáveres, han aumentado mucho, claro. Pocos se salvan. Hubo unos años en los que los más jóvenes se salvaban, pero ahora ni eso.

En fin, de todo esto pensé en el paseo, sin intención de decirte nada. Pero esta última entrada me ha hecho cambiar de opinión, veo una recuperación de la vida de la imaginación en la muerte, así que te lo comento (que me alegra que así sea y que seguiré volviendo; un tiempo).

Unknown dijo...

Siempre es un consuelo saber que hay buenos poetas en el Más Allá. Volveré a pasar por aquí.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

Vaya, parece que Jane ha seguido la luz finalmente...

Anónimo dijo...

hola
me gusta mucho lo que escribes, hay un sentido de observador muy aguzado, sin embargo me descoloca este asunti de la muerte en la escuela y me parece que mezclar este eco mediático con algo de bonita poesía no es necesario y ya vale bien sólo con ser lo que es. Me gusta alejandra pizarnik, y aunque son cosas diferentes, en ella también veo un buen observador.

Anónimo dijo...

¿A qué sabe la muerte? La vida que -supuestamente- todos conocemos tiene un sabor agridulce, de sueño y de vigilia, de pena y de gozo, con uno que otro chispazo de equilibrio; pero ¿la muerte? ¿a qué sabe? dímelo, quiero saber.

kimet dijo...

estas muerta realmente?????

que pregunta tan estupida....supongo que no lo sabré nunca...como puedo ser tan necio.....

la muerte es.........jajajajajajajajaajajajaja.....